Queremos orar por Usted

“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” Filipenses 4:6-7 (NVI)

Nuestra Historia

La Iglesia Presbiteriana se origina en la Reforma Protestante del siglo XVI y específicamente en Escocia por John Knox en 1560; cuya labor evangelizadora se expande por toda Europa y arriva a Norteamérica en 1620 junto con los Peregrinos del Mayflower, con el propósito de vivir en un país para adorar a Dios en libertad. Con el correr del tiempo, el Reverendo David Trumbull llega a Chile en 1845, fundando la Primera Iglesia Presbiteriana de Chile, en Santiago, el 7 de junio de 1868.

Siguiendo con el trabajo misionero, es como se establece en Curicó en 1896 el Misionero Norteamericano Carlos Spinning y luego de un tiempo de reuniones en hogares, se funda la “Iglesia Presbiteriana de Chile San Pablo, Curicó” el 12 de diciembre de 1912; su primer Pastor es Juan De Dios Leiton. En su historia encontramos nombres como los Pastores Pedro Muñoz, Manuel Lorenzo, la hermana Corina Arismendi y en los últimos años, los reverendos Alejandro Molina y actualmente Christian Contador.

Esta Iglesia ha permanecido hasta el día de hoy no exenta de dificultades, pero siempre proclamando la Soberanía de Dios y enseñando la sana doctrina de  que  la vida en su plenitud debe ser para la Gloria De Él.

Visión y Misión

Misión
Ser una Comunidad Reformada, que adora a un Dios Trino y Soberano, que predica las Buenas Nuevas de Salvación, enseñando las verdades de la Palabra de Dios, generando discípulos fieles y comprometidos con su Señor, haciendo defensa del Evangelio, con un testimonio personal y colectivo, generando un impacto en la comunidad local, con un compromiso social, hacia los distintos grupos vulnerables

Visión
La Iglesia Presbiteriana de Chile Curicó, anhela ser reconocida como una Comunidad Cristiana Evangélica Reformada, donde se predica y enseña la verdad de la palabra de Dios, para la edificación espiritual de sus miembros, aspirando a alcanzar una cobertura comunal y provincial, teniendo en perspectiva la capital regional.

En qué creemos

Creemos que Dios es el Creador y Sustentador de todo lo que existe, el Rey Soberano sobre todo el universo. Dios verdadero se ha revelado en la creación, mostrando Sus atributos invisibles, Su eterno poder y Su deidad a través de las cosas creadas y que también ha dado una revelación especial, la cual es Santa, Infalible y Poderosa: la Sagrada Escritura, El pecado y sus consecuencias destructivas, Que la salvación viene única y exclusivamente a través de Cristo y su obra en la Cruz.

Creemos en el El poder transformador del Evangelio en los hombres y mujeres y también en la cultura. La Soberanía de Dios en la salvación, La misión de la iglesia de Predicar a Cristo y La consumación de la historia en Cristo.

La Paloma

Símbolo de Dios Espíritu, ayudador de los creyentes en el mundo, de la presencia viva de Dios que está con ellos para siempre, guiándolos a toda la verdad, guardándolos del mal, para que el amor con que El los amó esté también con ellos.

La Zarza Ardiente

Basada en Éxodo 3:2, sugiere a Dios, Creador y Padre, cuya presencia trae un llamado irresistible que el hombre debe responder con toda la plenitud de su ser.

La Cruz Transformada en Bandera

Esta cruz transformada en bandera de Victoria recuerda que Dios estaba en Su Hijo, amando al mundo, reconciliándolo con Él, y haciendo a los hombres «embajadores de Dios«.

La Biblia Abierta

Con las letras griegas «lambda» y «zeta» (representativas de la expresión «Palabra de Dios») es la norma de fe y vida para el cristiano evangélico o protestante: fé en Jesucristo, representado por las letras griegas «alfa» y «omega» (principio y fin) en los extremos de la flecha; y vida que, en su Nombre y bajo Su Gracia se vive – como lo sugiere la figura de la flecha que se forma en el centro de la biblia – olvidando lo que queda atrás, extendiéndose a lo que está delante, prosiguiendo al blanco de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.